Los movimientos y grupos de Telegram promovidos por padres y madres para retrasar la entrega del primer móvil a sus hijos se están extendiendo por todo el país. De Barcelona han pasado a otras muchas ciudades con un objetivo común: evitar que los niños tengan acceso a los smartphones antes de los 16 años.
El clamor de estos grupos se topa con la opinión de algunos expertos para los que la solución no pasa por prohibir sino por acompañar a los niños mientras usan el teléfono móvil con la esperanza de que, con el paso del tiempo, se conviertan en usuarios prudentes y racionales.
El debate está servido.
Actualmente, el paso del colegio al instituto, es decir, los 12 años, suele ser el momento elegido para entregar el móvil a los niños. Muchos de ellos cambian de centro escolar, salen solos de casa por las mañanas, no tienen clase por la tarde y las reducciones de jornada por cuidado de un menor acaban para los progenitores. “Cuando sus hijos cumplen los 12 años, muchas familias se encuentran con una situación completamente nueva porque sus pequeños van y vienen solos al instituto o a las extraescolares y tienen que utilizar sus propias llaves de casa”, explica Jorge Álvarez, CEO de SaveFamily, la empresa española líder en relojes inteligentes con geolocalización. “Es un paso muy importante que necesita un tiempo de adaptación tanto para los niños y niñas como para los progenitores”.
Esta es la razón de que cada vez se vendan más smartwatches juveniles, porque “son una alternativa al teléfono móvil que aporta seguridad a los padres sin menoscabar la libertad de los pequeños”, afirma Jorge Álvarez.
Los relojes inteligentes, como el SaveWatch Plus de SaveFamily, cuentan con un geolocalizador que muestra la ubicación real del niño, un botón SOS que se activa tras pulsarlo durante cinco segundos y un modo antibullying que permite al adulto que tiene instalada la app a la que está vinculada el reloj escuchar lo que ocurre alrededor del pequeño. Además, es el único del mercado con WhatsApp seguro y permite hacer llamadas y videollamadas a una agenda gestionada por los padres.
“Es un paso previo al teléfono móvil, con las ventajas de este pero controlado por los padres”, asegura el CEO de SaveFamily quien añade que “el acceso de los niños a la tecnología es positivo siempre que vaya acompañado de una supervisión y de la educación necesaria para saber utilizarlo con mesura”.
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